Los viejos demonios, tan nocivos para el alma como los nuevos,
aun así nada parece cambiar, es solo una
sensación temporal,
solo cambian las personas, una veces unas,
algunas otros,
creo que esto es porque los egoístas se
desean inmortalizar
pero la carne siempre se pudre, hasta los
huesos,
al final siempre queda un montón de polvo
putrefacto
así como mis palabras, solo un puñado de
muerte al aire
gritándole al vacío insondable del otro
pues mis palabras siempre buscaron
salvarlos
pero sus almas corrompidas por el ego ya
no tiene salvación
al final todos arderemos en el infierno
añorando la frialdad del caos
añorando el abrazo de la vida y su dolor.